Básicamente las técnicas de diagnóstico de equipos e instalaciones se agrupan en cuatro categorías: las inspecciones conductivas, las inspecciones detalladas, el análisis de datos proveniente de instrumentos en línea y las mediciones con equipos fuera de línea. Cada una de estas técnicas detecta un porcentaje de los fallos potenciales de un equipo o instalación. Estos porcentajes se detallan y analizan en este artículo.

En la práctica se constata que el 40% de las situaciones anómalas detectadas provienen de las rutas de operación; el 30% provienen de las inspecciones detalladas realizadas por los técnicos de mantenimiento y recogidas en las gamas de mantenimiento; el 20% provienen de las inspecciones con instrumentos fuera de línea (análisis de vibraciones, termografías, análisis por ultrasonido, boroscopias, análisis de humos, análisis de aceites, ensayos eléctricos, mediciones de espesores, etc.) y apenas el 10% provienen del análisis de datos online.

La gravedad de las consecuencias es inversa a la proporción de incidencias generadas. Así, la gravedad de las incidencias detectadas en la realización de rutas de operación es menor, detectándose mucho daño estético con pocas consecuencias operativas; los inspectores que llevan a cabo gamas detectan menos pero más graves que los anteriores; los analistas offline detectan situaciones que van a provocar un fallo pero que no son visibles; o los analistas de datos en línea detectan muchas menos incidencias, pero cada una de las que detectan tienen consecuencias económicas muy elevadas, en ocasiones no porque vayan a provocar un siniestro o un fallo, sino porque suponen un funcionamiento deficiente que supone una falta de eficiencia y que, además de poder provocar un daño futuro, provocan cada día una pérdida económica.