Santiago García Garrido
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El personal que trabaja en entornos industriales con trabajos muy especializados es personal algo más complicado que el personal de producción o el administrativo. Tiene unas características peculiares que deben ser tenidas en cuenta a la hora de decidir la política de gestión de este personal.
En primer lugar, este personal no es fácilmente sustituible. No es fácil ir al mercado laboral y encontrar técnicos con formación y experiencia en los equipos concretos de nuestra instalación. Por tanto, es personal al que debemos reclutar, formar y mantener / (y casi mimar) en la empresa.
En segundo lugar, el nivel de tensión en un entorno industrial es más alto que en otros departamentos o entornos, pues suelen estar en el centro de los problemas de una fábrica. Cuando sucede un incidente, como una parada de máquina, una emergencia, etc., es el personal especializado el encargado de su resolución, en el tiempo más breve posible. Esto genera nervios, tensión, y estrés.
En tercer lugar, entre el personal técnico especializado suele existir mayor nivel de competencia entre compañeros que en otros departamentos; juzgan a menudo el trabajo realizado por los otros, y establecen su propio ‘ranking’ de valía, que incluso puede ser diferente de unos operarios a otros.
Todo esto hace que el personal técnico, como decíamos, sea distinto, y necesite un tratamiento especial.
Una de las claves de su rendimiento está indudablemente ligado a su motivación. Al personal técnico especializado no se le debe exigir ni imponer. No se puede dirigir a este persoanl ‘con un látigo’ , ni se les puede pedir que no piensen y que solo trabajen (al estilo Tayloriano ). En cambio, el personal motivado acabará antes una tarea, pondrá su inteligencia y su saber-hacer al servicio de los intereses de la empresa y no tendrá el mismo volumen de tiempos perdidos que el personal que acude diariamente a su trabajo sin más objetivo que hacer lo mínimo para que no le despidan.
Como decíamos, un operario desmotivado tiene un rendimiento muy inferior a un operario motivado, con el mismo nivel de preparación. Es posible, incluso, que un operario motivado con pocos conocimientos sea más útil que un operario muy preparado, pero absolutamente desmotivado.
Si nos encontramos con un técnico especializado con moral baja, que ha perdido el interés por la empresa y por su trabajo, podemos hacer tres cosas: tratar de reconducir su situación para que recupere la ilusión por su trabajo, despedirle o invitarle a que abandone la empresa.
Para reconducir su situación, hemos de investigar las causas de su desmotivación. Si entre las causas encontramos errores que ha cometido la empresa, podemos intentar solucionar estas causas demostrándole efectivamente que las cosas han cambiado. En estos casos, mejor hechos que promesas. Así, si la causa de su desmotivación está en la ineficacia de la mano de obra indirecta para planificar los trabajos, conseguir materiales, etc., podemos investigar estas causas, y tomar cartas en el asunto redistribuyendo funciones o reorganizando algunas áreas. Puede ser también que no tenga razón en su queja, ante lo cual deberemos mostrarle la razón de su error de apreciación. Es posible que las causas de su estado de ánimo estén fuera de la empresa (situación familiar, situación económica, etc.), ante lo cual lo único que podremos hacer es darle ánimos o mostrarle nuestra solidaridad.
Si no es posible reconducir la situación, las opciones son el despido o la invitación al cese voluntario. El despido puede argumentarse en relación a su bajo rendimiento, pero hemos de tener en cuenta la dificultad para demostrar este bajo rendimiento ante una posible demanda por despido improcedente.
Por último, la invitación al cese voluntario puede hacerse de manera incentivada, ofreciendo al trabajador una cierta indemnización, o convenciéndole para que abandone la empresa voluntariamente sin más.
Director Técnico de RENOVETEC.